Un bar de las Folies Bergère
Eduard Manet, 1881
Para su último gran trabajo, el artista, ya seriamente enfermo, escogió un tema que era "poético y maravilloso": el reflejo de un bar en el palacio de diversiones más famoso de Europa. Éste, con sus brillantes luces y bellas mujeres, era el templo de la "joie de vivre" parisina y el lugar predilecto del dandy Manet; el cual, dos años antes de morir, completó el cuadro (96 x 130 cm) que ahora se halla en el Courtauld Institute, en Londres.
Wall actualiza el tema mediante la colocación de la cámara en el centro de la obra, para que capture el acto de toma de la imagen (la escena reflejada en el espejo) y, al mismo tiempo, mira directamente hacia nosotros.
(La imagen para mujer) Es un remake de la imagen de Manet "El bar" realmente me había impresionado; lo había visto repetidas veces en la galería Courtauld en Londres cuando era un estudiante. (..) Era también un remake del modo en el cual las películas son rehechas. El mismo guión es retrabajado y la apariencia, el estilo, la semiótica, del film original son sujetos a un comentario en la nueva versión. Esta dialéctica me interesa.. Y mientras pintar permanece "drama pintado" -que siempre lo hace, en mi opinión- entonces estos temas de dramas del pasado y su representación en el presente, instalada, escenificada, pintada o fotografiada, debe estar al centro de las problemáticas de pintar y sus relaciones con otras tecnologías de de representación
El espejo ilumina lo que de otra manera hubiera permanecido invisible: la camarera, aunque aparentemente sola, es objeto de las lascivas proposiciones de un caballero. El hombre del sombrero de copa es uno más de los incontables dandys, "boulevardiers" y playboys: al igual que las seductoras parisinas, es un estereotípico habitante de la vida nocturna parisina.
El cuadro proporciona al espectador la extraña sensación de ser parte de la escena: como si, en la imagen del dandy reflejado por el espejo de las Folies Bergère, estuviera viéndose a sí mismo. Es una ilusión óptica y la marca de un genio: Manet desprecia a propósito las reglas de la óptica y de la perspectiva, y pinta el espejo tras el mostrador como si estuviera colgando oblicuamente con el plano del cuadro. Sin embargo, esta impresión es simultáneamente refutada por el hecho de que el marco del espejo corre paralelo con el mostrador de mármol.
La imagen frontal de Suzon hubiera excluído normalmente cualquier reflejo de su espalda, y el cliente únicamente hubiera sido visible si hubiera estado entre el bar y el espectador.
El espejo posterior ocupa más de la mitad del lienzo; aparte de la real, viva, figura de Suzon, practicamente todo es irreal, reflejo e ilusión - un símbolo apropiado de la vida nocturna y de sus variados artificios.
"París es la ciudad de los espejos", escribía el alemán Walter Benjamin en 1929, "...de ahí la particular belleza de las mujeres parisinas. Antes de que un hombre las mire, ellas mismas se han visto reflejadas decenas de veces. Pero el hombre mismo también se ve reflejado en espejos todo el tiempo; en cafés, por ejemplo.. los espejos son el elemento espiritual de la ciudad, su escudo de armas."
CIBERGRAFÍA
http://www.tate.org.uk/whats-on/tate-modern/exhibition/jeff-wall/room-guide/jeff-wall-room-1
http://www.mariettehaveman.com/jeffwall.htm
http://www.uv.es/hmr/manet/manet.html
http://www.afterall.org/books/one.work/jeff-wall-picture-for-women